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Diaz InteregioDiaz Interegio

Cartas blancas
Nuestra selección
Skateboard
Archipop
1982
Alain Boussu, Benoit Dooremont
Skateboard
Nuestra selección
Fem Do Chi - Self défense pour femmes
Centre audiovisuel Simone de Beauvoir
1984
Hélène Bourgault
Fem Do Chi - Self défense pour femmes
Nuestra selección
Piscine de Treornou
Cinémathèque de Bretagne
1951
Corentin Beauvais
Piscine de Treornou
Nuestra selección
Matchs de boxe à Vierzon
CICLIC Centre-Val de Loire
1956
Jean-Paul Saboureau
Matchs de boxe à Vierzon
Nuestra selección
Apprentissage du ski
Cinémathèque d'images de montagne
Années 1940
Réalisateur inconnu
Apprentissage du ski
Nuestra selección
9ème grand prix cycliste de l'Humanité
Ciné-Archives, fonds audiovisuel du PCF et du mouvement ouvrier
1937
Collectif Ciné-Liberté
9ème grand prix cycliste de l'Humanité
Nuestra selección
Football minimes - USOB
Cinéam - Mémoire filmique d'Île de France
1975
Arthur Caminada
Football minimes - USOB
Nuestra selección
Col du Galibier
Cinémathèque des Pays de Savoie et de l'Ain
1969
Ernest Gallioz
Col du Galibier
Nuestra selección
Les Grands Prix Automobiles - Genève et...
Fondation Autrefois Genève
1946-1948
Videopress International
Les Grands Prix Automobiles - Genève et monde
Nuestra selección
Match de catch
Cinémathèque de Saint-Etienne
1957
Henry Cantonnet
Match de catch
Nuestra selección
Sport et travail : La jeunesse ouvrière
Image'Est - Pôle régional de l'image en Grand Est
1950
Charles André
Sport et travail : La jeunesse ouvrière
Nuestra selección
Bain de Geneviève à Dieppe
Normandie Images
1934
André Noufflard
Bain de Geneviève à Dieppe

CARTA BLANCA "EL DEPORTE EN EL SIGLO XX A TRAVÉS DEL PRISMA DE LOS ACRCHIVOS/DOCUMENTOS DE AFICIONADOS: UNA MEMORIA PLURAL" - POR THOMAS GOUBIN, PERIODISTA DEPORTIVO

El deporte como fenómeno social y de masas nació realmente en el siglo XX. En Francia, el inicio de la conquista de cuerpos y corazones para el deporte podría situarse en 1906. Pues si bien desde finales del siglo XIX las carreras ciclistas ya atraían multitudes, fue la adopción del descanso dominical lo que llevó a plantear la cuestión de ocupar el tiempo libre de los trabajadores.
Por entonces, todo el mundo veía las virtudes del deporte, sobre todo después de la adopción de la ley de las 8 horas votada en 1919. Para los patronatos católicos, fatigarse sobre el terreno de juego o perfeccionar sus movimientos en el gimnasio era una actividad sana, antídoto de las pulsiones sexuales, mientras que los empresarios veían en su prácticca una manera de aumentar la productividad del obrero, de alejarlo del café y de crear espíritu de empresa. O incluso una maniobra de distracción. «Que los obreros hagan deporte. Mientras tanto no pensarán en la organización sindical», decía Henry Ford.

Para las organizaciones de trabajadores, el deporte es también un medio de reclutamiento y un modo de mantener la fuerza de la clase obrera. Aunque al principio se mostraron reticentes -el culto al músculo iría en detrimento del del intelecto, dicotomía que se ha atenuado pero no ha desaparecido en la cultura francesa-, los patronatos laicos también se rindieron y el deporte se erigió en el gran vencedor de esta lucha entre intereses opuestos, aunque reunidos en una defensa del tríptico «higienismo, proselitismo, esparcimiento».(1) Una ola se alzó entonces que ya no dejará de ganar altura.


Este año de 2024, cuando la celebración de los Juegos Olímpicos en Francia provoca un maremoto mediático, el mosaico formado por las películas reunidas por las 19 filmotecas y centros de archivos de la red Diazinteregio, publicadas conjuntamente en la plataforma AMORCE, tuvo la gran virtud de recordar precisamente por qué no es posible reducir el deporte a su dimensión competitiva. En qué medida se trata de un hecho social de gran envergadura y una práctica plural (de la lucha libre al skate board, pasando por la autodefensa o el baño al aire libre), sobre todo amateur, que estructura la vida cotidiana de la población: 14 millones de federados en el año 2000, y hasta un 83 % de practicantes entre los 15 y 75 años, según un estudio del Ministerio de Deportes y el INSEP.

Otros estudios ofrecen cifras más modestas.(2) Estas diferencias sacan a la luz el debate en torno a la definición de deporte. La más generosa, por la cual ha optado Diazinteregio, es sinónimo de actividad física. Es la que convierte en deportista a Geneviève, la joven bañista filmada en 1934 en una playa de Dieppe (Le bain de Geneviève, Normandie Images). Entendido de manera más restrictiva, el deporte es «un conjunto de ejercicios físicos que se presentan en forma de juegos individuales o colectivos, dando en general lugar a una competición, practicados respetando ciertas reglas precisas» (Larousse).

El deporte es además un espectáculo. Una representación especialmente explícita entre las cuerdas del cuadrilátero de lucha libre, simulaciones de combates en tono payasesco, aunque también auténtica proeza física ejecutada por hombres fornidos dotados de una flexibilidad de gimnasta, disciplina que gozó del favor del público en la Francia de los Treinta Gloriosos («Match de catch», 1957, Filmoteca de Saint-Etienne). El dinero circula alrededor de los estadios, de las salas de boxeo, los gimnasios… El deporte se convierte en una forma de ganarse la vida y su peso económico aumenta de año en año (en el año 2000 supone cerca del 2% del PIB francés). La batalla entre partidarios del amateurismo y del profesionalismo muy pronto la ganaron los segundos, aunque algunos bastiones resistieron durante cierto tiempo (el rugby se convirtió oficialmente en deporte profesional en 1995, los JJ.OO. terminaron con la ficción de una competición estrictamente amateur en 1992).


Creado en 1903 por el diario L’Auto (predecesor de L’Équipe), el Tour de France nunca ha escondido su carácter comercial, una competición de alto nivel que es también un acontecimiento gratuito en el que miles de espectadores aprovechan las vacaciones de verano para situarse al borde de la carretera, merienda en mano, como podemos ver en la película «Col du Galibier», (1969, Filmoteca de los Países de Saboya y Ain).

Es el advenimiento de la sociedad del ocio, eminemente deportiva, fruto de las conquistas del Frente Popular: vacaciones pagadas y semana laboral de 40 horas. Frente al peligro fascista, el movimiento obrero se unió antes incluso que la izquierda, en 1934, en el seno de la Federación Deportiva y Gimnástica (FSGT), fusión de la FST comunista y del USSGT socialista. El deporte se percibe como emancipador, mientras la Italia fascista y la Alemania nazi lo instrumentalizaban -Copa del Mundo 1934 y JJ. OO. de Berlín en 1936-, con el culto al cuerpo como metáfora de unas naciones vigorosas, integradas por gladiadores dispuestos a morir por su país. En la posguerra, con la creación de los comités de empresa (1946), los asalariados heredan la gestión de las obras sociales y deportivas. El deporte es también “corpo”. Rodada en diversas instalaciones industriales y mineras de Meurthe-et-Moselle, la película «Sport et Travail» (1950, Image’Est), muestra a la Juventud Obrera mientras se entrena, corre, practica deportes de pelota, en el corazón de las instalaciones siderúrgicas, por debajo de los altos hornos. El deporte como conquista social o derecho fundamental.

Los ayuntamientos fueron otro actor fundamental de la política deportiva al financiar estadios y otros espacios de entrenamiento, como en Brest, una ciudad arrasada por la guerra, donde la piscina de Tréornou, filmada en 1951 (Filmoteca de Bretaña), representa a esos espacios de ocio y de competición accesibles a todos. No obstante, habrá que esperar a los años 60 y a un aumento importante del presupuesto destinado al deporte para reparar ciertas carencias en equipamientos. Una democratización provocada por el fracaso de la elite: clausurados los Juegos Olímpicos de Roma sin conquistar una sola medalla de oro, el general De Gaulle encargó al alpinista Maurice Herzog (alto comisario y luego secretario de Estado de Juventud y Deportes, de 1958 a 1965) que liderara un programa de desarrollo de la práctica deportiva. Tréornou resultó beneficiado con esta política, que sufragó una piscina cubierta, inaugurada en 1966.


Elemento vertebrador de la vida cotidiana y motor de vínculos sociales, el deporte no esperó a que acabaran las obras para abrirse paso en las barriadas periféricas en construcción. Es lo que cuenta precisamente la película dedicada a la Unión de las Secciones de Polideportivos de Bezons (1975, Cinéam).

También conquistó nuevos espacios. Rodada en los años 40, «l’apprentissage du ski» (CimAlpes) exhuma una especie de época inocente, antes de que la práctica deportiva y el turismo adquirieran cotas industriales. Cada terreno ofrece sus placeres y constantemente nacen nuevas disciplinas. El skateboard, importado de Estados Unidos, se practica sin entrenadores, basta con un trecho de acera como terreno de juego, por más que esta contracultura urbana, hoy deporte olímpico, se haya visto en parte domesticada en las pistas de skate (“Skateboard”, en Arras, 1982, Archipop).


En el otro extremo del siglo, L’Auto-Vélo, que en 1903 pasará a llamarse L’Auto, anunciaba en su primer editorial que iba a ensalzar «valerosamente cada día la gloria de los atletas y las victorias de la Industria». Sí, porque el deporte es también mecánica (los Grandes Premios Automovilísticos, 1946-1948, FAG). Perseguir la velocidad constituye entonces un vector de innovación para la industria automovilística, así como un respaldo publicitario, con el nuevo protagonismo de los constructores y sus patrocinadores.

Las mujeres, excluidas y marginadas durante muchos años pese a la lucha de pioneras como Alice Millat, han tenido que derribar numerosas barreras y combatir prejuicios arraigados antes de ocupar en masa el terreno deportivo (en 2000, el 79% de las mujeres declaraba practicar algún deporte, aunque todavía suponen menos de un tercio de las federadas). En la película, «Fem Do Chi, self-defense pour femmes» (1984, Centro Audiovisual Simone de Beauvoir), la enseñanza de técnicas de combate pretende ofrecer a mujeres agredidas recursos para defenderse, para readueñarse de sus vidas. Hoy lo llamarían una herramienta de «empoderamiento». Esto no significa que la discriminación haya terminado, pues aunque puede proporcionar un paréntesis en la vida cotidiana, el deporte no ha estado nunca desconectado de su época, de sus defectos, pese a los esfuerzos de la televisión, convertida en la mayor directora de escena del espectáculo deportivo, para moldearlo y, con ello, nuestra percepción. Uno de los puntos fuertes de los archivos compartidos en la plataforma Amorce es que nos deja ver el fuera de campo televisivo en sentido amplio, al describir un deporte en toda su riqueza, también mediante la selección de directores de cine aficionados que muestran el reverso del decorado, contextualizando el entorno social de la competición en lugar de crear una burbuja competitiva, de espectacularización.


Una estética distinta se desprende de estas películas en su mayoría mudas, que paradójicamente nos transmiten de manera elocuente, a falta de poder oírlos, la violencia del esfuerzo o de los golpes («Matchs de boxe à Vierzon», 1956, CICLIC “Joutes nautiques devant le palais des Rohan”, 1956, MIRA). Cine mudo que nos recuerda también que durante mucho tiempo la narración de las competiciones fue principalmente escrita, luego radiofónica, en un siglo XX hondamente marcado por la práctica deportiva, tanto de carácter lúdico como competitivo, asociativo o profesional, anclada en los territorios o internacional. Un deporte que no se reduce a ir «más rápido, más alto, más fuerte».


1. «FSGT: du sport rouge au sport populaire» [FGST: Del deporte rojo al deporte popular], bajo la dir. de Nicolas Kssis, La Ville Brûle éditions, 2014.

2. Patrick Mignon. Les pratiques sportives: quelles évolutions ? [¿Cómo han evolucionado la práctica deportiva?]. Les Cahiers français : documents d’actualité, 2004, 320, pp.54-57.

Diaz Interegio

Amorce, la plataforma de la red Diazinteregio.

Esta operación cuenta con el apoyo del Estado en el marco del dispositivo «Digitalización del patrimonio y la arquitectura» del sector de las industrias culturales y creativas (ICC) de Francia 2030, gestionado por la Caja de Depósitos.

contact@diazinteregio.org      Banque des TerritoiresFrance 2023

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